El día 10 de Agosto de 2016, a partir de las 6:30 pm, por invitación del Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana: Raúl Pérez Torres, y el Presidente del Club Poético la Delicia:Efraín Cepeda. Se realizó el Recital Poético Musical "El Ëpico Grito de la Independencia"; en el marco de este evento, como Director de Ciencia del Ateneo del Ecuador, diserté el tema:
"CONNOTACIONES PSICOSOCIALES DE LOS HECHOS
HISTORICOS
DEL 10 DE AGOSTO DE 1809"
Para tener una apreciación valedera de un hecho
histórico, es necesario conocer y reflexionar sobre las condiciones y
circunstancias culturales y socioeconómicas, en las que se desenvolvía el
pueblo en esa época, para poder interrelacionarlas y correlacionarlas con el
desenvolvimiento de otros pueblos.
También es de vital importancia, conocer las
corrientes de pensamiento que influenciaron y fueron determinantes en el desenvolvimiento
vivencial, cultural y social de los pueblos y que orientaron su proyección en
el futuro.
Es preciso reflexionar que, lo que determina el
comportamiento de los pueblos son sus ideas y pensamientos, por lo que se llega
a decir que un pueblo que no tiene pensadores, no trasciende y está destinado a
desaparecer, por lo que cobran vital importancia, las ideas precursoras de
libertad dadas por Eugenio Espejo y por los patriotas que defendieron y
ofrendaron su vida y la no menos importante acogida del pueblo quiteño que hizo
suyas estas ideas.
Estas ideas son las que guiaron las acciones de
los patriotas del 10 de agosto de 1809 y posteriormente el 2 de agosto de 1810,
que desembocaron en la gran gesta libertaria comandada por el libertador Simón
Bolívar.
Para comprender los hechos del 10 de agosto de
1809, es conveniente remitirnos al marco histórico en que se desenvolvían
España y América en esos años.
Por el año de 1808, en España reinaba Carlos
IV, quien apoyó a Napoleón Bonaparte en su lucha contra Inglaterra, hecho que
se justificaba porque España se disputaba con Inglaterra el control comercial
de América.
Las continuas guerras y conflictos, determinaron
la escasez de alimentos en la población española; esto provocó malestar e inconformidad
en el pueblo, que sumado a presiones por parte de “patriotas” españoles, que se
oponían a las ideas liberales de los franceses y veían mal la relación que la
Corona llevaba con Francia, fueron los detonantes para que Carlos IV abdique el
trono en el motín de Aranjuez a favor de su hijo Fernando VII.
Tras este acontecimiento, Napoleón vio su
alianza con España afectada, por lo que tendió una trampa a Fernando VII y lo
apresó en Bayona, en el mes de abril de 1808 y puso a cargo del reinado a su hermano
José Bonaparte, el 7 de julio de 1808. Esto llevó a la guerra de independencia
española, confrontación que se dio entre los españoles realistas, que abogaban
por el regreso de Fernando VII, contra los franceses y los españoles
afrancesados, es decir españoles con ideas republicanas.
En este contexto se empiezan a armar “Juntas
Supremas Provinciales” en diferentes partes de España, para organizarse contra
los franceses y legitimar a Fernando VII además de abogar por su retorno.
Las ideas de libertad, se habían canalizado en
España a través del sistema de Juntas Supremas Provinciales y tuvieron
repercusión con el mismo ideal y sistema en América.
Las noticias de estos acontecimientos
despiertan inquietudes y provocan análisis en los criollos de la Real Audiencia
de Quito; bajo estas circunstancias, Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre,
reúne en su hacienda “El Obraje”, en el Valle de Los Chillos, al Dr. José Luis
Riofrío, cura de la Parroquia de Píntag, al capitán Juan de Salinas, a Juan de
Dios Morales y a Manuel Rodríguez de Quiroga entre otros, el 25 de diciembre de
1808, en la llamada “Conspiración de Navidad”, en donde discuten sobre este
tema y en la que llegan a la conclusión que la mejor forma de “evitar” una
posible dominación francesa, es precisamente imitando el mecanismo imperante en
España: la constitución de una Junta Soberana.
A esta idea se fueron sumando varios adeptos
entre los meses de enero y febrero de 1.809, pero son descubiertos por los gobernantes
y apresados a inicios del mes de marzo del mismo año. Al ser gente de clase
adinerada, los acusados consiguieron la mejor defensa e inclusive y para
“suerte” de los conjurados, varios desconocidos lograron robar la documentación
referente al proceso legal en su contra, motivo por el que los patriotas son
puestos en libertad.
Una vez liberados, los patriotas conspiradores se
volvieron a reorganizar y la rebelión comenzó la noche del 9 de Agosto de 1809
en casa de la patriota Manuela Cañizares y terminó la madrugada del 10 de
Agosto de 1.809, una vez que quedó conformada la Junta Soberana de Gobierno.
Ese mismo día le comunican al Conde Ruiz de Castilla, presidente de la Real
Audiencia de Quito, que la Junta de Gobierno lo relevaba de sus funciones; de esta manera, se organizaba el Primer
Gobierno Autónomo de las Colonias de España; al mismo tiempo el coronel Juan de Salinas, al mando de las fuerzas
militares de Quito declaraba lealtad a la Junta de Gobierno y al “bien amado”
rey Fernando VII. Días después enviaban comunicados a los virreinatos de
Perú, Santa Fé, y a los gobernadores de Guayaquil y Cuenca, indicando la
existencia del nuevo orden en la antigua Real Audiencia de Quito.
Las autoridades peninsulares, informadas de
este evento, disponen la reducción de la “rebelión” en curso y despachan tropas
desde Guayaquil, Popayán y Pasto con la misión de tomar Quito y acabar con los
insurrectos que son sometidos a prisión.
El siguiente año, y con el antecedente de que
en Quito se encontraban el Batallón Real de Lima y las tropas venidas del
Virreinato de Nueva Granada, mientras se tramitaba un juicio amañado contra los
patriotas de 1809, juicio del que se decía terminaría en una sentencia a
muerte, al conocer tal terrible amenaza, el 2 de agosto de 1810, un grupo de
valerosos patriotas quiteños asaltó el cuartel del Batallón Real de Lima, con
el propósito de liberar a los líderes patriotas, que el 10 de agosto del año
anterior, habían destituido al Presidente de la Real Audiencia de Quito, conde
Ruiz de Castilla, y organizaron el primer gobierno autónomo de las colonias
americanas de España, por lo que habían sido acusados de crímenes de lesa
majestad y para los cuales el fiscal pedía pena de muerte.
El pueblo quiteño asaltó dos cuarteles y una
cárcel, pero las autoridades realistas respondieron ejecutando a los presos y saqueando
la ciudad, cuyos habitantes no se acobardaron y la defendieron heroicamente
utilizando sus herramientas de trabajo, machetes y hachas y otros objetos
contundentes como piedras, ladrillos y maderos. Entre 200 y 300 personas, el
uno por ciento de la población de entonces, perdió la vida en la refriega. El
saqueo de las tropas realistas produjo pérdidas valoradas entre 200 y 500 mil
pesos de la época. La matanza, ordenada por el gobernador realista, Conde Ruiz
de Castilla como represalia, tuvo amplia repercusión en toda la América
Hispana, como un acto de barbarie y justificó la "Guerra a Muerte"
decretada por el libertador Simón Bolívar.
El religioso chileno, Padre Enríquez, testigo
de los hechos, conmovido y asombrado por el valor de los quiteños, promovió la
colocación de una placa en el faro de Valparaíso con la inscripción “Quito, Luz
de América”.
El mensaje que dejó la Revolución Quiteña de
1809, consistió en que, por primera vez en la América española, un grupo de
americanos elevó su voz para decirle a un monarca absolutista, que el soberano
no es el rey sino el pueblo. Por esos tiempos, en el ámbito del imperio
español, esta idea sonaba a herejía y rebelión; pero si el soberano es el
pueblo, como lo sostuvieron los quiteños, el pueblo delega al rey su soberanía,
para que la ejerza a su nombre, por lo que estaba claro que si el rey gobernaba
en forma arbitraria o estaba impedido de ejercer la autoridad, dicha soberanía
retornaba a su fuente original, esto es el pueblo.
Estos principios e ideas, ya fueron sustentados
por los franceses en su revolución de 1789, por lo que se llega a pensar que
los quiteños de 1809 se inspiraron en las ideas de libertad, igualdad y
fraternidad dados por los ideólogos masones de la revolución francesa. Hay que
tomar muy en cuenta también que la experiencia vivencial de igualdad y libertad es innata en todo ser humano.
Dr. Fernando Guerrero Bermúdez
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