sábado, 15 de junio de 2019

IMPRESBLOG No 2. Poemas de Amor del Poeta Ecuatoriano Manuel Federico Ponce






                    Poema sin título

Tu cabello crea viento
la brisa nace en ti.
Y el vino nos inunda la sangre
tú eres musa de carne y hueso
has descendido desde las diosas del verso
para hacerte real y mía
Mujer que mueve el cabello soltando verso y vida.

Que estás ya en la tierra tuya
                                                         y nuestra
quédate en el mundo, simplemente
quédate en la vida, musa mía.

hojas secas

   La tarde pareció no morir. Tu sombra se escondía
bajo el árbol otoñado que aquella noche solitario  
                                                                 deshojé
   Hojas nacientes derramabas tú por mi camino…
Y yo, a su encuentro, secas ya, las recogía.

   El árbol resecó, y no hubo hojas que desflorar.
  Las que mustiaron en tu senda, hojas trisadas
que despojaste al andar, las reunía yo, y las
esparcía en la brisa de la tarde que no quiso
                                                         morir…
       Y cuando tú tornabas a encontrarlas,
rejuntabas sin quebrar,  pacientemente, y las
guardabas en el árbol tierno de tu corazón, que
                                                    nunca deshojé.

                                                              1.962                                                            

      a una Artista

Sus ojos negros, sus ojos
su viento triste, su viento.
su alma en celo, tu alma
tu tez morena…
tu pelo al viento.
Lleva una lumbre en silencio
lumbre de infancia,
y de tiempo.
Va tan de lejos, su cuerpo
negros sus ojos,
su viento.
Tiene la palabra en celo
tiene el pensamiento adentro
Su melena siembra en vuelo
un capullo de iris tierno.
Ojo y brisa, llanto y lejos,
vas partiendo en vida y tiempo.


Tu cabello me ha dejado
un dulzor de pasión y cierzo,
      dulzor de lento verano…
Su viento triste, su vuelo
su alma en celo, su tiempo.
Ya de tí, nazco un pasado
ya de tí, ando el recuerdo.
Ardor de beso moreno
pasión madura, y tormento.
Cuánto de niña en el verso
cuánto de luz en el verbo.
Vocablos de siempre, y al tiento
tu pulso de voz desde adentro.

Sus ojos negros, sus ojos
su viento triste, su viento…
  
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Quién el que bajo el manto claro pasa y ronda
quién el que vela tu humanal porfía
y quién el que divaga en su nocturno duelo.  
Todos los sigilos de la pena mía.

Quién el que retoca en su tambor de niebla
toda tu querella de hora fría,
quién en fin, el que en tu  palabra dormida
resume todo el cántaro que desbordara
                                                        el día.

     marino amor

En ti se funden
rostro y viento
cuerpo y noche.
Oleaje que me das
a la luz del hijo
a la voz del seno.
Tu entrega
sembradura y don.
Tu tiempo
labio prieto
pálida repasadora del beso.
Mujer
cópula y sueño

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   El sexo te deletrea el cuerpo
sin más razón que la vida.

              dádiva
  
   El mar está colmado de ocaso, y la brisa, de ti.
   Aleteos perdidos que son pasajeros de la arena,
van en sombras, y los últimos nidos dejados se
                                                  cubren de bullicio.

   Agobiado de inmensidad, te entrego mi
                                                            mejor poema:
 
  Tus ojos son nidos de pájaros eternos.
                                                      
                                                          San Vicente

He desandado en mí tu fulgor
con la sombra de mi noche,
que va haciendo de su negro toda un alma
como hace el ave de la paja todo un nido…
Y es el clamor del ave mi clamor
Y es la noche de su pétalo mi luz.
Eres tú mujer una ánfora en la pena
que se llena con mi canto anochecido

Y eres tú mujer un cántaro
del agua recogiendo mi latido.
Voy como un río a tu sed de lágrima
a recorrer con mi brío tu lejura,
Porque estás y no estás al mismo tiempo
en el temor de mi llegada dolorida.
Te miro y te deshago en tu noval entrega
y te hago luz y me haces luz en el retiro.
Dame tú la morenidad y tu paisaje
yo te daré del tiempo de la vida.
Dame tú el aroma que te vuela y abandona
yo te daré de esta lámpara que enciendes.
Permanezcamos la escena del amor
hasta que el amor nos funda,
y perdure el sueño.


Y vino el poema a madurar el día
Y viniste tú, a madurar la noche.

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Tus pies hollaron la arena...

                                +   +   +                               

   Saliste a dejar que tu espíritu bogase por la
mar, y con  tus cabellos tardos, la brisa tejió un
                                                                      nido.

Y nació el amor.

   Mirabas mi sombra vagarosa entre las olas, y
enmarañaron tus ojos la noche: avecillas que
remontan vuelo dejando en olvido su moranza.
  Entonces, quisiste cobijar con la hechura de tu
cuerpo blanco, el recogimiento eterno del océano,
                                                    sus ondas contritas.

   Y desde el fondo un rielar de luna sombreó a los
mares el nido de tu cabellera…
   Y absorto, en la penumbra, mi cuerpo peregrinó
hacia tu reflejo en el piélago. Y tornando la
estrella a la hora de la oscuranza, tejió con sus
rayos blancos, sobre un insomne amor.

Sublime y humano el amor.
                                                                                                                                                                                       
     un poema de Eros
El amor rompiente como un río
invade tu perfil pequeño
y se destierra a sí mismo
para horadar la noche.
Sagrada noche del relámpago agreste   200
visionaria de un Deseo anclado
bajo la techumbre de montaña
Amor rompiente que el aire ilumina en lo desnudo
Cabañal en soledad de bosque
hermana de la paja y el silencio,
Cuando las voces ahogan su cópula en el trueno
las cuatro manos se desnudan y se asombran
y los cuerpos se inundan de sudor y fuego.
Amor, amor lejano de boscaje y bruma
amor parido al acecho del viento.
Vas como el zorro y como la liebre vuelves
Vas en el sueño y con la hora vuelves.
Vas y retornas, partes y revuelves
Nadie sabe cuando eres y de qué renaces
y contigo hasta el dolor desamanece.

Y el sexo vierte su manantial de río amanecido
en las bifurcaciones de tu entraña roja.

Y tu mirada obscura, se anochece.

                                                               1.980

            palabra pura

   Tú siempre tiendes sendas nacidas
¡huella eternal que voy acogiendo!
   Tú siempre en pos de horizontes
¡un horizonte soy, perdido!
   Tienes ojos que guardan lejanías
   ¿qué lazarillo llevo que voy vagando sin
                                            pasos tuyos?
   Entregas rumbos a los arcos sin ruta
¡el arco soy, el arco que alberga apenas la
                             senda que vas trazando!

       Poesía erótica

Quiero poner mi cuerpo en el centro de tu nido
Quiero anidar mi sexo en la hondura de tu vello
Quiero enredar mis manos en lo negro de tu pelo
y entrar mi beso en lo cristal de la mirada tuya
Resbalando mi boca en la humedad de tu piel
por todo el sendero de tu sangre
en todos los poros que tu sangre riega
Besarte hasta el beso y hasta el alma
recorriendo en el sentido,
tu latido sintiendo
latir de tanto latido
y sentir regada tu ánima en toda la senda que me
                                                       lleva a tu sitio
al sitio mismo de la piel
tu centro mío, y nuestro,
al sitio que tus ojos absortos miran
cuando nuestras bocas se juntan buscando el
                                                     vientre a solas.

             nautAmor

Avanzando
en este pájaro inmenso que nos lleva hacia el
                                                               olvido
entreveo en el filo de la nube
tu figura.
Te dejé
asida a la esperanza.

Tornaré
tomado del recuerdo.
No son tuyos
ni este manto de paz que nos invade el rostro en
                                                           su blancura
ni la enajenación del infinito
que me aleja de tí
sin detenerme,
ni la distancia que ha nacido
en el dolor.
Mas
son tuyas
hora y sombra
beso y queja
piel y entrega.

Y la ojiva
remeda en el aguaje
su lágrima furtiva.

Ella   es   ya   una   sombra.

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Tus manos
tus senos
tus muslos,
están conmigo.
            Mas,
faltas tú.  
¿Dónde te has dejado?

            poema vivo
La llama redora su brío
el amor duerme, con tino.

Calor vibrante en la fibra
tendedura regada en la colcha.
Color que duele y perdura
quietud que amansa la bruma.
El fuego araña la piedra
            tu cuerpo cae en mi hastío, manta tibia…
El rescoldo se aprisiona en la chimenea
tu clamor se enmorena en piel.
Danzar de fuego puro
dormir de amor pacificador.
Flamas de furia y de frío,
me endulza tu cintura loca.

            El antivida

La sabia moral
  sabiamente se renueva
  en el bien de vida.


El hijo no gestado
se lo puede desquerer
sin no querer al amor.
El mundo va hacia el siglo.
Tengo fe en el hombre
Pone su razón la hembra.

Y la naturaleza misma despierta
su agua nueva de fuentes
y la hierba anticonceptiva.


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El árbol
hastiado de acera
ramea sobre la mujer
náufraga en el cristal.

El sol calcina el negror de la brea
y la raíz del verdor
serpentea moribunda en el cemento.
Y un rosal acude en brisa
espina y hojas solas
en la soledad del paredón de la calle
que blanquea su largor de guarda.
Habrá una mujer
  me dice el viento
que tenga mi soledad
hecha de verso…?

                         poema

   Tu estarás colmada siempre con el alma de
todos mis trajines, de todos mis poemas, de todas
                                                         mis lágrimas.

       Mujer equinoccial

En ti están todas las indias de América.
Morena piel de moreno tiempo.
Manos cariñosas de mestiza herencia
Todos los siglos pasados se aventuran en tu
                                                                frente
Has sido horneada en moldes de sangre
Has llegado a mí tostada como pan nuevo
                        suavecita y caliente como pan del día
estás hecha con masas ancestrales
Te fueron moldeando para poner en mis manos tu
                                     cuerpo permanente de mujer
hermosa curvatura que mi deseo enciende
quiero tomarte entre mis manos
tomar tu sexo y hacerlo andar por todo este silencio
eres mía desde los tiempos del barro indígena
étnicos y españoles han pasado por la gestación de
                                                                         tu carne
y sin darte cuenta tú
te fueron haciendo ecuatorianísima
la sabiduría india fue amasándose en tu boca de
                                                               sonrisa sensual
morena y mía
traída a mi lecho desde un costanía de Valdivias
Descendida en mí
Puesta sobre mis ansias tu piel de princesa que
           los Indios rescataron de sus tardes de afrenta
única salvada del diluvio y la conquista
Me la trajeron para
                 inmortalizarte escribiéndote el poema.

Mariela, la Africana


Tus vivos ojos negros que conocí aquella

tarde hecha para tu risa blanca
de marfil perfecto
me dijeron de toda una historia morena arribada a
                                           las costas de esta tierra
cuando lo habitaba soledoso el ancestral indígena
que vive en nuestra sangre
y está en el maíz e hizo el techo que le cubre.

Llegaste mujer en un barco ajeno
a imponer tu danza negra en el universo del
                                                                 incaSol
del Scyri y del Cayapa.
Y somos ahora lo mestizo y lo ecuatorial
gitanos de la raza.

              El espejo
(nuevo)
Si tú cantas
yo te miro.
Si te miras
yo te canto.
                   El Poeta es libre como el viento.








Foto del Poeta



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