Para disfrutar de salud, debemos reflexionar sobre varias condiciones concurrentes que influencian
en la existencia del humano.
Recordemos que realidad es la presencia efectiva de algo que sigue
irrestrictamente leyes físicas, que por resonancia puede dar o recibir
información o influencia. Esta definición concuerda con los criterios dados por
Stephen Hawking que dice que el Universo existe por el cumplimiento irrestricto
de leyes físicas, entre éstas la que determina que todo vibra.
Aparentemente
realidad y verdad son sinónimos, pero debemos aclarar que verdad es la conformidad energética
vibracional de las cosas y las circunstancias, con la idea y el concepto que de
ellas formó la mente particular de cada humano. Se puede colegir, que la verdad
es la apreciación subjetiva de la realidad.
La idea es la representación energética vibracional mental
abstracta, del significado de la realidad o de una ficción; esta representación se asienta en circuitos
energéticos de la materia encefálica (cerebro, cerebelo y tronco cerebral);
éstos son dinámicos y cambiantes y son consustanciales a la función vital.
Para lograr una vida con salud a través de vivencialismos científicos culturales,
utilizamos la capacidad de entender, que es la facultad psíquica humana que nos
permite tener una idea clara de una cosa o circunstancia. El humano es
el único ser que entiende que vive, y esto es lo que le permite crear
vivencialismos, para aplicarlos para su desarrollo con salud.
El
ser humano hereda su cuerpo que es matéreo genético energético frecuencial, que
está regido por leyes universales, que no solo llegan a lo físico y
fisiológico, sino también a lo psicológico. Es oportuno recordar los criterios
de Eric Kandel, premio nobel de medicina del año 2000, que en su tratado de
Cerebro y Conducta trata sobre la fusión del estudio de la conducta, la ciencia
de la mente, con la neurociencia, la ciencia del encéfalo (cerebro, cerebelo y
tronco cerebral) y dice: “El dogma central de dicha unificación es que, lo que
acostumbramos llamar mente consiste en una serie de funciones realizadas por el
encéfalo. La acción del encéfalo subyace a toda conducta, no solo a las
conductas motoras relativamente sencillas, tales como andar y comer, sino a
todos los actos cognitivos complejos que asociamos con la conducta
específicamente humana, tales como pensar, hablar y crear obras de arte”.
Conforme a este punto de vista, los
trastornos del comportamiento, son alteraciones de la función cerebral.
Cada
pensamiento tiene una emoción y una vibración dominante, que al expandirse y
relacionarse con otros pensamientos, su energía y vibraciones interactuan y
cambian.
Los
pensamientos captan su tendencia a la acción, de las vibraciones internas
dominantes que están en la memoria autogénica, que es esa memoria material
genética energética, con información dinámica evolutiva, evaluativa y adaptativa.
Los
pensamientos pasan a través de la matriz de la memoria autogénica en su recorrido hacia la mente consciente.
Si
la estructura interna de los pensamientos, se ha distorsionado, esta matriz
puede reconfigurar las vibraciones inherentes y cambiar su tendencia, por lo
que hay que estimular y reestructurar, con frecuencias coherentes y armónicas, la
función adaptativa vital de la memoria autogénica. Tenemos además que valernos
de los mensajes transmitidos por los transposones a la estructura matéreo
genética funcional, que lo hacen por resonancia.
Un transposón o elemento genético transponible es
una secuencia de ADN, que puede
moverse de manera autosuficiente, a diferentes partes del genoma de una célula, fenómeno conocido como transposición. En este proceso, se pueden causar mutaciones y cambio en la cantidad de
ADN del genoma. Anteriormente fueron conocidos como genes saltarines y son ejemplos de elementos genéticos móviles.
El
transposón modifica el ADN de sus inmediaciones, ya sea
arrastrando un gen codificador de un cromosoma a otro, rompiéndolo por la mitad o
haciendo que desaparezca del todo. En algunas especies, la mayor parte del ADN que se le denomina “basura” (hasta un 50% del total del genoma)
corresponde a transposones.
Su existencia fue propuesta por Barbara McClintock en el maíz, y se demostró más tarde en bacterias. Por ello fue laureada con
el Premio Nobel en 1983.
El
transposón tiene un mensaje bioenergético de información, base del aprendizaje
y educación, que en último término es el cambio estructural mental, que está
dada por la modificación de los circuitos energéticos encefálicos.
Estudios actuales determinan la importancia que tiene el
procesamiento de la información, en la función adaptativa vital, tanto
biogenética esencial, como en la complementaria condicionada a lo socio
cultural, base del aprendizaje; se destaca la manera como los genes saltarines,
actualmente llamados transposones, intervienen para transformar los estímulos
de información en memoria genética, que es la responsable de la respuesta
adaptativa vital.
Los
pensamientos son energía armónica y coherente asentados en circuitos bioencefálicos, que han devenido de la posibilidad de información holística universal y están sometidos a la entropía, es decir tienden al desorden; cuando los pensamientos logran un proceso de rearmonización y coherencia, contraria a la entropía, se abren campos infinitos de creación
material y funcional armónica y de salud.
La circunstancia de que el pensamiento es la imagen energética mental abstracta del significado de la realidad o una ficción asentado en el encéfalo, corrobora el criterio físico cuántico de que la energía es onda y partícula, siendo la onda información perenne y la partícula, la memoria de la energía y que en último término son lo mismo.
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